abril 22, 2012

ESTATIZAR O PRIVATIZAR



Durante muchos años pareció ser la clave para distinguir gobiernos de izquierda o derecha.
La trompa del elefante recientemente nos obliga a reflexionar de otra manera
Se cae cuando el modelo fracasa, agota los recursos y nacionaliza empresas para seguir tirando a través de una privatización encubierta que llaman asociarse con privados, concesionar o tercerizar explotaciones y servicios. En el otro extremo, esos mismos autócratas saqueadores cuando tocan fondo, en otra etapa, privatizan, vendiendo por monedas todas las joyas de la abuela, que después cuando gasten el producto de la venta habrán de confiscar en nombre de la soberanía.
Como se ve esto no es de derecha o izquierda, que en verdad no existen como entidades distintas; es la misma mierda con distinto nombre
No es ocioso recordar por que viene a cuento la trompa del pobre elefante.
Fue en ocasión del vómito confiscatorio por cadena Nacional cuando refiriéndose al perfil de un gráfico lleno de fantásticas cifras lo comparó con la trompa de un elefante.
La pésima gracia rebotó instantáneamente en España donde se la tomó como una burla gratuita al Rey en alusión a la foto de su torpe cacería en Botswana.
LA TRAMPA POPULISTA DE KIRCHNER
Publicado por
Alvaro Vargas Llosa en el Hilo de Ariadna


¿Cuándo baja la trompa un elefante que la tenía erguida? Por lo general, cuando se rinde o se somete. En cambio, la eleva cuando desafía o amenaza.
Pues bien: el modelo de Kirchner, que es el viejo modelo peronista de manual, se ha rendido. Ha sido derrotado otra vez, como ha sucedido invariablemente desde los tiempos de Perón, por la realidad, esa hija de puta. La expropiación de YPF, la filial de Repsol, no es otra cosa que el síntoma cruel y humillante de esa derrota. Cuando un modelo populista fracasa, son inevitables las expropiaciones: significan me rindo, bajo la trompa. En 1987, después de dos años de populismo desenfrenado, Alan García anunció la expropiación de todos los bancos y las compañías de seguros en el Perú. Era el elefante de su modelo económico que bajaba la trompa. La única diferencia es que a García le tardó sólo dos años bajar la trompa y al peronismo de Kirchner le ha tardado un poco más, sencillamente porque los precios internacionales de los bienes primarios, verdadero Viagra de los mamíferos placentarios, se la han mantenido erguida más de la cuenta.
Veamos. ¿En qué consiste el modelo? Básicamente en subvencionar, es decir narcotizar, el consumo de distintos sectores urbanos y beneficiar a determinadas empresas cercanas al Estado. Por eso los Kirchner controlaron los precios del transporte y la energía, por ejemplo, y entronizaron o hundieron a empresarios amigos y enemigos según el caso.
¿Y cómo se financia esto? En tiempos de altos precios internacionales para las materias primas, de dos formas: con el dinero que viene de esta fuente y con el que se exprime a los sectores productivos, que en el caso argentino es esencialmente la agroindustria. Pero se consume tanto y se gasta tanto, que en un momento dado no bastan estas dos fuentes. ¿Qué se hace entonces? Lo que hizo Kirchner en 2008: exprimir todavía más a los productivos, elevando los impuestos al campo. ¿Y cuando esto tampoco basta? Se nacionalizan las pensiones, como hizo Kirchner en 2008. ¿Y cuándo hace falta más? Se echa mano de las reservas del Banco Central. ¿Y si esto tampoco es suficiente? Se agita la bandera de Las Malvinas... y se expropia las principales empresas. He allí la razón, la verdadera razón, de la expropiación de YPF. Mientras tanto, se persigue a la prensa, se intimida a la oposición y se hace lo que haya que hacer para que nadie instale un pedacito de verdad en la conciencia del respetable. Narcotizar a la opinión pública para que no se dé cuenta de que su consumo está también narcotizado.
A nadie debe extrañar que Argentina haya pasado a ser, después de 17 años, importador neto de energía a pesar de tener lo que, a partir del descubrimiento del yacimiento de Vaca Muerta, se calcula que pueden ser las terceras mayores reservas de gas no convencional del mundo. En todos estos años, al controlar los precios y alimentar el consumo artificialmente el gobierno populista logró dos cosas en materia energética: que se consumiera mucho más (el consumo de petróleo aumentó más de 38% desde 2003 hasta 2010 y el de gas más de 25%) y que las empresas que tenían que vender el gas en el país vieran sus márgenes de ganancia muy reducidos: debían hacerlo a la mitad del precio que se pagaba en Estados Unidos y a la quinta o sexta parte del precio que imperaba en el resto del mundo. Por tanto, todas las empresas ¿no sólo YPF? produjeron menos de lo que habrían producido sin estos impedimentos (la producción de petróleo cayó más de 12% y la de gas más de 2%). Y por eso también invirtieron menos de lo que habrían invertido. Pero aun así invirtieron. Si no, no se habría descubierto el yacimiento de Vaca Muerta, hallazgo que no fue obra del gobierno sino, jodida ironía, nada menos que de YPF.
La trompa populista, pues, ha caído estrepitosamente rendida. De allí que el gobierno haya declarado la guerra, ahora, a la misma empresa a la que hace apenas un año la Presidenta elogiaba en términos ditirámbicos y a la que apreciaba tanto que en 2007 el gobierno había ayudado a una familia amiga, los Eskenazi, a entrar en ella.
Aquí, claro, no se acaba el problema: se agrava mucho más. Sólo en los últimos cuatro años han fugado del país, verdadera estampida de quienes veían venir esto, 75.000 millones de dólares (en un país que hoy sólo tiene 47.000 millones de dólares de reservas porque se las gasta tratando de tapar agujeros). Los controles para evitar la salida de dólares alcanzan ya niveles de Estado policial. Como YPF no podrá producir lo que el gobierno quiere que produzca, habrá más chivos expiatorios nacionales y extranjeros (dos, tres, cien Malvinas, que diría el Che), y más expropiaciones (dos, tres, cien YPF). Ya no hay cómo endeudarse en el extranjero porque la decisión arbitraria de Kirchner, hace unos años, de infligir a los acreedores una quita de tres cuartas partes de lo que les debía el gobierno ha provocado un escenario de semi cuarentena crediticia. Por tanto sólo queda seguir expropiando. La rendición total y absoluta del modelo.
La pregunta no es por qué se le ha caído la trompa al populismo argentino, como se les cayó a todos los populismos latinoamericanos del siglo XX, desde la Revolución mexicana hasta Hugo Chávez. La pregunta es ¿por qué hay tontos que insisten en hacer negocios donde es obvio que tarde o temprano les van a dar la trompada del siglo?

2 comentarios:

Victor dijo...
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LSO dijo...
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